Si cambiamos entornos, nacen nuevas oportunidades

7 noviembre 2017

Entrevista a Monseñor Eugenio Arellano, Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y Obispo de Esmeraldas.

El proyecto “la Ciudad de los Muchachos” con su obra complementaria el Colegio Ángel Barbisotti, es impulsado por la iglesia católica esmeraldeña desde 1961 en beneficio de niños, niñas y adolescentes en riesgo social.

El colegio, antes ubicado en el sector de la Refinería de Esmeraldas, constituía un verdadero peligro para la seguridad de los estudiantes. En el 2006, OCP Ecuador apoyó a este proyecto y construyó la nueva infraestructura ubicada en la Isla Piedad, un sector conocido por su alto nivel delincuencial, pero que, gracias a la presencia de la institución, se transformó en un sector de oportunidades. 

¿Cómo nació este proyecto?

Cuando comenzamos la construcción del colegio Ángel Barbisotti, todos nos decían que estábamos locos por ubicar este colegio en una zona de muy alto riesgo, sin embargo, yo quería algo para los más necesitados. Juntos, con OCP Ecuador, tendimos la mano a miles de muchachos.

¿Por qué cree que esta obra era necesaria para Esmeraldas?

Muchos de estos muchachos, si no hubieran tenido esa oportunidad, habrían muerto en el enfrentamiento de bandas y pandillas o con una sobredosis de droga, los salvamos de eso. Tanto OCP, como mis colaboradores y yo, éramos vistos como abogados de causas perdidas.

Cuando tratas con dignidad a la gente, se concientiza que merece dignidad y hemos hecho talleres muy dignos, aulas muy dignas, espacios muy dignos.

¿Por qué la idea de los talleres?

Además de dar dignidad a los muchachos, OCP vio que se necesitaba insistir en el trabajo manual, ahí nació la idea de realizar talleres prácticos en carpintería, mecánica, electricidad y opciones prácticas.

Yo estoy convencido que cuando una empresa invierte en educación, recibe beneficios y aquí se ha invertido en la educación para quien la educación era imposible. Se vivía un ambiente de violencia ambiental, familiar y callejera. Al que cae, hay que darle la oportunidad.